"¿Qué espera Anthony que haga con esto?" se preguntó Katherine. No era un gesto romántico, ni siquiera amable. Era otra forma de imponer su presencia sobre ella, de recordarle que todo lo que llevaba puesto, incluso lo que tocaba, venía de él.
Pero este regalo también despertaba una pregunta en su mente: ¿Por qué ahora?
Katherine sostuvo el vestido con delicadeza, admirando la pedrería dorada que adornaba la prenda. A pesar de todo, no podía negar su belleza. Sin embargo, justo cuando se disponía a guardarlo, algo llamó su atención: una pequeña nota cayó al suelo.
Se inclinó para recogerla, su corazón latiendo más rápido de lo que quería admitir. Desdobló el papel y leyó las palabras de Anthony:
"Ya que estás cooperando, deja que te muestre mi amabilidad."
Katherine sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Anthony, aparentemente dulces, estaban cargadas de su usual arrogancia y control. "Amabilidad", pensó con amargura. Cada gesto suyo venía con condiciones, cada regalo, cada pa