Valeria sintió aun el ardor en sus ojos mientras polveaba su piel, pero la furia que la inundó al ver el rostro perfecto de Anya Myers detuvo las próximas lágrimas.
—Valeria Montenegro, ¿verdad? —repitió Anya, su voz baja y cargada de un veneno que no era tristeza, sino celos—. Ya sabes, esa que cree que un anillo de bodas la convierte en algo.
—Eso depende que quien seas tu —se giró para confrontarla como una tigra.
Valeria presionó la esponja con el maquillaje en su piel para borrar cada surco y recuperarse para continuar batallando ahora con… la otra. Porque estaba segura, aunque le doliera que Leonid y Anya, eran amantes.
—Me sorprende verte aquí ¿Anya, no? —ella sonrió con suficiencia sabiendo que Valeria la conocía perfectamente —Creí que este tipo de eventos familiares y… decentes, no eran de tu interés.
Anya se rió de manera aguda, una risa perfectamente calculada.
—¿Decentes? Ingenua. ¿Tu esposo te prefiere a ti? —rio de nuevo sin esconder sus celos ante la situación. Luego s