Capítulo 93
— ¿Por qué no pedimos más cobijas en la recepción de la posada? —sugirió Sofía.

—¿A esta hora? Prefiero abrazarme a ti —afirmó, con el aire de un hombre que no tolerara que se opongan a su voluntad. La rodeó con los brazos, la espalda de ella contra su pecho, y apoyó la barbilla sobre su pelo—. No está tan mal, ¿eh?

Por supuesto que no estaba nada mal. Era maravilloso sentirse segura, cálida.

—Estoy muy cómoda, pero si intentas algo te arranco las bolas.

—Tú le quitas la inspiración a cualquiera

—Esa es la idea—suspiró—. Buenas noches, Vicente.

—Buenas noches, Sofía.

Sintió que le besaba en la nuca y luego se quedó quieta, gozando de ese sentimiento de seguridad. Esa tranquilidad duró varios minutos, pero después de un rato cambió. Ninguno de los dos se había movido, sin embargo, algo era diferente. El cuerpo de Vicente ya no estaba relajado. Sofía sentía la tensión de sus músculos y la boca se le resecó. Le pareció que debía apartarse urgentemente de él, pero tuvo miedo de que
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