Capítulo 92
Sofía pensó que era preferible no discutir, pues Vicente necesitaba toda su concentración para manejar. Dio un suspiro de alivio cuando vio las luces del solitario hotel dándoles la bienvenida.

—Si no les quedan habitaciones libres, quizá nos permitan sentarnos en el vestíbulo —opinó y Vicente le sonrió al apagar el motor, como una exhalación de triunfo.

—Gracias, Sofía.

— ¿Por qué?

—Por no ponerte histérica.

—No tendría sentido —contestó con tranquilidad—. No tienes la culpa de que haya llovido tan de repente precisamente hoy.

—Me agrada no tener la culpa de algo —cogió una chaqueta de cuero, que estaba en el asiento posterior y se la entregó. Luego, en medio de la lluvia y un viento tenaz, rodeó el coche, cogió a la joven en brazos. Caminó hacia el hotel y apenas podía respirar cuando depositó a Sofía en la entrada.

— ¡Fiu! —exhaló—. Gracias a Dios que estamos a salvo. ¿Te sientes bien?

Aparte del frío y de lo mojada que estaba, Sofía se sentía bien, y se lo dijo.

El pequeño
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