Capítulo Veinte
El coche se detuvo en el patio de la majestuosa mansión de la familia Arshino. Las luces del jardín proyectaban un resplandor cálido, anunciando que la noche avanzaba. Bastian bajó primero y, acto seguido, ayudó a Nara a salir del vehículo. El rostro de ella parecía sereno, aunque en su interior aún quedaban rastros de la tensión del encuentro anterior.
Apenas cruzaron el umbral, una voz coqueta resonó en el aire.
“¡Bastian!”
Veni apareció desde el salón central con un vestido corto de satén rojo. Sonreía ampliamente, sus ojos brillaban cargados de dulzura fingida. Caminó deprisa hacia ellos, sin importar la presencia de Nara junto a su marido.
“Por fin llegaste,” dijo Veni con tono zalamero. “Te estuve esperando. Vamos a la habitación, tengo algo para ti.”
Bastian giró levemente la cabeza, su expresión seguía impasible.
“Es tarde, Veni.”
Ella se acercó un poco más, modulando la voz en un susurro provocador.
“No te vas a arrepentir, te lo prometo.” Estiró la mano para