Esa noche, Thomas regreso a casa después de pasar el día entero fuera. Se dirigía hacia su despacho, cuando al pasar por el comedor escucho una conversación entre dos de las empleadas.
—Apenas ha probado bocado —comento una de estas.
—Últimamente come muy poco y casi siempre lo devuelve —admitió la otra.
—No he lavado sus lienzos desde que llego a la casa, no ha sangrado —reconoció y en el momento en que lo hizo ambas permanecieron en silencio, solo volteando a verse la una a la otra.
Con un solo gesto entendieron a la perfección lo que pasaba y se regalaron una sonrisa cómplice.
—Mi hermana la paso realmente mal con las náuseas, apenas podía probar bocado. Solo espero que la señora mejore pronto, por el bien de su hijo—deseo.
Thomas había estado escuchando su conversación, sin tener mucha idea de a lo que se referían con eso. No fue sino hasta que escucho eso último que todo comenzó a caer en su sit