El lunes por la mañana, cuando Isabella se levantó, parecía flotar en las nubes. Acababa de pasar el mejor fin de semana de su vida y había llegado con las baterías recargadas para enfrentar lo que fuera por recuperar a su hijo, ahora estaba totalmente segura de los sentimientos y del amor de James por ella, así usaría eso como muleta de apoyo para sentirse un poquito más segura.
Se apresuró para estar lista temprano y poder compartir el desayuno con James, pero comieron fuera, así podrían tener libertad de conversar, reír y de tratarse como pareja sin que nadie los viera. Ese tema de fingir ser hermanos los obligaba a ser en extremo prudentes, si no querían ocasionar incomodidades entre la servidumbre.
— De nuevo, gracias, James, el fin de semana fue una maravilla.
Él sonrió, tomando sus manos entre las suyas.
— Me alegra mucho haber aclarado las cosas contigo, quiero que sepas que te amo, y que ahora tú eres mi prioridad.
Isabella le devolvió la