— ¿Hacemos trato, o no? — La pregunta de la hermosa mujer de hierro quedó colgando en el aire.
Mikel bajó la mirada, pensativo, estaba atrapado, era eso o terminar la sociedad con los Lennox y enfrentarse a la quiebra deshonrosa y a la furia de su padre, y no estaba dispuesto a pasar por ninguna de las dos.
— ¡Por supuesto!, nunca te haría un desaire, Isabella, además, lo que pides es absolutamente justo y, como te dije antes, ya había comenzado a tomar cartas en el asunto — Dijo haciendo de ver que estaba convencido de ello, aunque muy en el fondo, no tenía ni la más remota idea de como coños iba a cumplir con todo sabiendo que su padre se interpondría, tendría que asumir los costos él solo, afortunadamente todavía había mucho del din