Pese a que ya Hana estaba a salvo, él seguía sintiendo inquietud. La había sacado del campo de visión de otros Alfas, pero ¿de qué serviría eso si él podía llegar a hacerle daño sin querer?
Sólo dos veces en su vida había utilizado el alivio de las concubinas, pero eso sólo fue durante su celo. Las anteriores Lunas Rojas, de hecho, daba vacaciones a todas las Omegas que trabajaban en su mansión. Su plan era simple: alejar a todos, realizar todo el trabajo posible durante la mañana y tarde con el propósito de estar cansado para cuando el anochecer llegase, así dormiría y no despertaría en horas. Agregando a esto a cerrar su puerta con seguridad, aparte de los guardias Beta que estarían afuera. Él no salía y nadie entraba.
Su método, probado en las seis ocasiones en las que vivió aquel fenómeno, fue exitoso. Su lobo, tan dormilón como él, no despertaría para seguir sus instintos si no había ni una sola feromona de Omega cerca que lo hicieran reaccionar.
Lo único que comprobaba que seguí