—Papi, ella es Hana, juego con ella todos los días. —el pequeño Alfa bajó de los brazos de su padre, colocándose a un lado de él. —Es mi amiga. —sonrió. —Es un gusto conocerte pequeña. —el hombre, tan sonriente como su hijo, extendió su mano hacia una tímida Hana. Ella era muy penosa con lo que respecta presentarse a sus mayores. —Soy el padre de Jackson.
Aquella mañana de cielo gris no pintaba ser diferente a las demás. Hana desayunaba junto a Jade entre agradables y amenas pláticas, sin nada fuera de lo normal. Pero eso fue hasta que Adrien había cruzado la entrada con Gabriel siguiéndole de cerca, ambos teniendo sus ceños fruncidos por una situación que Hana desconocía. De inmediato se preocupó, era obvio que algo malo estaba pasando.
Adrien le había pedido que subiera al vehículo estacionado frente a la mansión, y Hana no tardó en obedecer a pesar de que la curiosidad comenzaba a carcomerle.
El corazón de Hana tamborileaba con rapidez, el ambiente tenso e incómodo le ponía los pel