Después de ese día, tuve que alejarme aún más de Aldric. Mi corazón se rompía cada vez que lo veía llorar... Cada vez que veía sus ojos suplicando por mi ayuda, y yo... solo podía ignorarlo.
Vi cómo creció lleno de ira e inseguridades. A veces ya ni siquiera podía reconocerlo. Ya no podía ver al niño alegre que corría y reía por la casa. Se volvió solitario y agresivo. Seguí acercándome a Aldric para ayudarlo y educarlo cuando Gideon no se daba cuenta. Pero poco a poco sentí cómo mi propio hijo empezaba a despreciarme y se alejaba cada vez mas de mí. Y así pasaron los años. Aldric era un niño fuerte y hábil, y a pesar de que él tenía mi constitución, delgada y frágil, su padre se esforzó por borrar todo rastro posible de eso. Haciéndolo entrenar su cuerpo con más intensidad. No sé si era por la poca disposición que tenía para aprender magia conmigo o si tal vez había alcanzado su límite, pero su habilidad mágica ya no podía mejorar más. Sin em