Parte XXXI.- Esto no se ha terminado.
El fuego golpeaba sin cesar la barrera de luz que protegía a Tharion y a sus hombres. El miedo en su mirada se había disipado, dando paso a la furia provocada por la humillación.
Enojado, empujó a sus aliados, que solo intentaban mantenerlo de pie.
Pero, a pesar de todo, ni siquiera en esta situación veía una manera de enfrentarme y salir victorioso.
Entonces, el estruendo de la tormenta de fuego fue interrumpido por voces poderosas que entonaban cánticos rúnicos, mientras el suelo retumbaba bajo el peso de botas firmes y armaduras gruesas.
Frente a nosotros, los enanos avanzaban en formación, marchando con disciplina. Justo detrás de ellos, más participantes seguían el compás de sus pasos.
Sora iba al frente. A su lado, enanos de barbas entrelazadas con anillos de hierro golpeaban sus hachas contra los escudos, emitiendo un rugido de guerra que harían temblar incluso a los más valientes.
-Llegaron tus amigos... -rió el paladín en voz baja mientras me miraba con desprecio.
Pero antes