Quinn Gray es una esposa trofeo. Rodeada de lujos, pero no de amor. Lleva tres años de infeliz matrimonio con un hombre que le prometió amor, pero si acaso lo ve algunos días cada mes, pues se la pasa viajando por negocios. Un día cualquiera, una pr0stituta llega a su puerta clamando que está su marido y necesita dinero para hacerse un ab0rto. Ella no puede creer que su amado esposo capaz algo así, no obstante, ya han sembrado la duda en su interior, así que, para despejarse decide salir de fiesta con sus amigas a un bar. Allí, un hombre seductor y misterioso pondrá a prueba los límites de su moralidad. Quinn sabe que no debe caer en la tentación, pero se le hace muy fácil ceder y culpar al por ello; pues ese hombre despierta pasiones prohibidas en ella que creyó no volver a sentir nunca más. Pronto el desliz de una noche se transforma en una relación clandestina, excitante y apasionada de la que no puede ni quiere escapar. Sin embargo, la realidad le golpea como un vendaval cuando una visita a la casa de este hombre le hace tener un descubrimiento que ni en sus peores pesadillas hubiera podido imaginar… Él, Asher Donovan, es el hermano de su esposo. ¿Qué hará Quinn ahora que sabe la terrible verdad? En especial cuando descubra que no es la única mentirosa de esta historia.
Leer más—Señora Quinn, están tocando el timbre.
Nuria, mi ama de llaves me avisa desde la cocina que va a abrir la puerta. Le hago una seña para que vaya, y ni siquiera hago el amago de levantarme del sofá. Absorta en mis propios pensamientos y con la copa de vino blanco en mi mano, solo puedo pensar en lo que estará haciendo mi esposo ahora mismo.
La conversación que tuvimos anoche me dejó pensativa, y no fue precisamente por lo que me dijo, sino por lo que escuché detrás de él. ¿Por qué habría risas de niños en una conferencia con los inversionistas en Texas? Eso no tiene sentido, pero él me insistió en que había escuchado mal.
Suspiro y le doy otro sorbo a mi copa. A decir verdad, no me imaginaba que la vida de casada con Brayden Chase iba a ser así.
Pronto mi ama de llaves regresa y por su expresión, presiento que no es una visita cualquiera.
—¿Quién es, Nuria?
—Es… una señorita, y dice que quiere hablar con usted.
—¿Una señorita? ¿Te dijo su nombre?
—No. Y es mejor que no la deje pasar, parece… mejor véala usted misma.
Nuria no es de las que rechaza a las personas por cómo se ven, así que, si ella lo dice es porque esa mujer no debe parecer alguien confiable. Dejo la copa sobre la mesita de la sala de estar y me acerco a la puerta de pronto sintiéndome muy nerviosa. Mi corazón se agita, tengo un mal presentimiento y las ganas de salir corriendo y no abrirle nunca la puerta se convierten en gritos desesperados en mi cabeza.
Sin embargo, pese a las advertencias de mis instintos, abro la puerta con una sonrisa fingida.
Nuria no pudo darme una descripción precisa y ahora entiendo el por qué. La mujer de cabello rubio parece no saber lo que es un shampoo, mucho menos un acondicionador, pues se ve tan grasoso que luce acartonado. Lleva un intenso maquillaje en el rostro que no le favorece, en especial con esos labios rojos, pero lo que llama más la atención es su ropa. Tan diminuta que me sorprende que pueda cubrirle algo. Una mini falda que más bien debería definirse como un taparrabo y una blusa que es más bien un crop top. Puedo ver sus pez0nes marcados a través de la tela y todo su abdomen al descubierto.
Por su mirada ligeramente perdida y la forma en la que se tambalea de un lado a otro, es evidente que está borracha o dr0gada. En cierto modo siento pena por ella, da la impresión de que el mundo no la ha tratado muy bien.
—¿Puedo ayudarte? —pregunto intentando no ser grosera.
—Así que tú eres la esposa, ¡Ja! Pobre pend3ja —dice de forma despectiva. Me mira de arriba abajo como si fuese yo la que se viera ridícula.
—¿Disculpa? ¿Quién eres?
—Mi nombre no importa, solo estoy aquí porque quiero ver al imbécil de tu marido.
Mi cuerpo se tensa y un escalofrío me recorre el cuerpo cuando lo menciona. La idea rápidamente se forma en mi mente, pero no quiero imaginar que Brayden tiene algo que ver con una mujer como esta.
—Mi marido no está, y aunque estuviera no lo llamaría. Por favor, retírese señorita.
Hago el amago de cerrar la puerta, pero ella me detiene poniendo su mano sobre mi muñeca.
—Si él no está, entonces tú puedes responder, no me interesa volver a verlo. Solo quiero que me dé dinero para hacerme el ab0rto.
Me aprieta con tanta fuerza que me está haciendo daño real. Me suelto de su agarre con esfuerzo, paralizada ante las locuras que está diciendo.
—¿De qué estás hablando? Señorita, por favor, váyase de mi casa, yo no tengo por qué darle dinero y mucho menos la conocemos. Mi esposo…
Ella me interrumpe soltando una gran carcajada.
—Es muy gracioso como te llenas la boca diciendo “mi esposo”. Es tan típico de las frígidas amas de casa como tú. Mujeres ricachonas, pero son pura apariencia. Cuando Brayden necesita placer de verdad, busca a mujeres como yo.
Esta tipa está insinuando que él… No, eso no puede ser.
—Mi esposo —repito—, está en un viaje de negocios. Y si fuese a meterse con otra mujer al menos tendría mejor gusto. Que sepas su nombre no significa nada, ahora ¡largo!
—Pobre desgraciada. Está bien, sigue viviendo en una mentira. Lo buscaré cuando regrese, pero dile que la próxima vez que quiera cog3r sin c0ndón al menos que no me acabe dentro. Yo no quiero mocosos bastardos.
Le cierro la puerta en la cara. Siento que me va a dar un ataque en este mismo instante. Esto tiene que ser una pesadilla. Camino como un zombie hasta la sala, donde Nuria me espera con expresión desconcertada.
—¿Señora Quinn? ¿Se encuentra bien?
Niego con la cabeza, de pronto siento unas fuertes arcadas abrirse paso por mi garganta. Salgo corriendo y a penas si alcanzo a llegar al baño, vomito todo el contenido de mi estómago mientras las lágrimas se arremolinan en mis ojos.
Escucho a Nuria tocar la puerta con insistencia, pero yo no soy capaz de contestarle. Esto no puede ser verdad, esa mujer tiene que estar mintiendo.
Me siento en el suelo del baño y me echo a llorar. Después de tres años de matrimonio, tres años de haberle dado mi vida a Brayden, no puede haber sido infiel con una… una…
—No, esa mujer es una mentirosa —digo en voz alta.
Me pongo de pie y apoyo mis manos contra el lavabo para echarme un poco de agua en la cara.
—Solo quiere dinero. Sabe que Brayden es rico, además, es un empresario conocido, no es raro que sepa dónde vive —converso con mi reflejo en el espejo, como si pudiese auto convencerme de que esa es la única verdad posible.
—Brayden nunca me haría algo así, ¿verdad?
Limpio mis lágrimas con ahínco, cuando salgo del baño no parece que he llorado.
—Señora Quinn, ¿qué le pasó? ¿qué le dijo esa mujer?
—Nada Nuria, no te preocupes. Si vuelve a molestar, llama a la policía, solo es una estafadora.
—Como diga, señora.
Voy hasta mi habitación y marco el número de Brayden, pero por más que lo llamo cinco veces, no me contesta. Su silencio me pone incómoda, en especial porque dijo que se demoraría más de lo planeado. Necesito preguntarle sobre esto, aunque no crea en las palabras de esa mujer, tengo que decírselo.
Me echo en la cama con un suspiro pesado.
—¿Por qué no me contestas Brayden?
El lado más oscuro de mi conciencia me lo dice a gritos. Tal vez esa mujer no me esté mintiendo, tal vez no he estado más que engañándome a mí misma.
Mi celular suena y en ese mismo instante lo contesto pensando que será él.
—¡Brayden!
—Eh, no, mucho mejor.
—Wanda, ¿cómo estás?
—Uy, pero ¿qué pasa, amiga? Suenas muy deprimida.
—Tal vez lo estoy —respondo con desgana.
—Pues qué bueno que llegué yo para cambiar eso. Con las chicas iremos a un disco-bar esta noche. Te iba a preguntar si quieres venir, pero ahora es requisito que vengas.
—No tengo muchas ganas.
—¡Quinn! No seas aburrida, no creo que tengas mucho que hacer sola en esa enorme mansión, ¿o está tu marido?
—No, no está.
—Hecho, entonces te espero a las nueve en el Belvedere's Ultra-Dive.
Miro la hora en mi reloj, son las cinco de la tarde. Wanda tiene razón, ¿por qué debería quedarme aquí pasándola mal cuando a mi marido ni le importa? La espina de lo que me ha dicho esa mujer no sale de mi cabeza, así que, para despejarme, me pongo un vestido bonito y me maquillo como hace tiempo no lo hacía para salir.
Sin darme cuenta se hace la hora de ir al bar a encontrarme con mis amigas: Wanda, la loca del grupo; Jennifer, la más tranquila y Loanne, una mezcla entre las dos que es el equilibrio perfecto para el grupo. No podría decir en qué categoría me encuentro yo. Todas son solteras, excepto por Jennifer, que está comprometida y a punto de casarse con un hombre que parece amarla mucho.
Llego al bar Belvedere’s, un lugar que no es precisamente el sitio que frecuentaría Brayden. Mis tres amigas están esperándome afuera.
—¡Quinn! —gritan al verme. Nos saludamos en un abrazo caluroso y entramos sin tener que esperar a la fila.
El ambiente dentro está bañado en luces de colores y gente bailando con los tragos en la mano. Wanda nos lleva hasta el reservado VIP que consiguió, tomamos asiento y enseguida nos traen las bebidas en botellas.
—¡Quinn! ¿Por qué la cara larga? —me pregunta Jenn.
No quiero contarle lo que ocurrió, ¿qué pensarían si les digo que una mujer fue a decirme que mi marido la dejó embarazada?
—Nada, es solo que estoy algo preocupada. Brayden no me contesta desde hace horas.
Pasa al menos una hora en la que estamos bebiendo, conversando y riéndonos de nuestros propios chismes y de los ajenos, cuando llega uno de los hombres staff del local con una botella especial.
—Aquí tiene, señorita —dice el camarero, colocando delicadamente el exquisito cóctel frente a mí.
—Yo no pedí esto —respondo, desconcertada.
—Se lo ha enviado el caballero de aquella mesa —explica, señalando discretamente hacia la esquina diagonal del lugar. Mis amigas y yo volteamos a ver, curiosas.
En ese instante, mi mirada se encuentra con la suya, y todo a mi alrededor parece desvanecerse. Es un hombre que aparenta diez años más que yo, pero su mirada desprende un magnetismo enigmático y seductor. Me observa con picardía y me guiña un ojo. Mi corazón comienza a palpitar con fuerza. ¡Dios mío! ¿Qué está sucediendo?
CAPÍTULO 39: MI FINAL FELIZUn mes después…El sonido de las olas golpeando suavemente contra las rocas es la banda sonora de nuestra ceremonia. Estamos parados frente a los acantilados de Moher, rodeados por un círculo íntimo de amigos y unos cuantos curiosos locales que han venido a presenciar algo que llaman "la boda más romántica que han visto en años".El viento sopla con fuerza, pero no me importa. Llevo un vestido de encaje sencillo, blanco como la espuma del océano, y una corona de flores silvestres en mi cabello. Asher está de pie frente a mí, con un traje azul marino que resalta el color de sus ojos. Su sonrisa es pequeña, pero está llena de una calidez que me derrite por completo.—¿Estás lista? —me pregunta en voz baja, como si necesitara confirmar que esto es real.—Más que nunca —respondo, tomando sus manos.El oficiante, un hombre mayor con barba blanca y voz grave, comienza a hablar, pero apenas escucho sus palabras. Mi atención está completamente en Asher. En la manera
CAPÍTULO 38: 29 DE FEBREROAsher no me rechaza, pero tampoco dice nada. Permanece en silencio, mirándome con esos ojos que siempre parecen estar al borde de desentrañar mis secretos. Sé que no puedo presionarlo más, no aquí, no ahora.—Voy a quedarme en Galway por unos días —digo, intentando que mi voz suene segura, aunque por dentro siento un nudo de incertidumbre—. Si decides que quieres hablar, estaré en el hotel de la calle principal.Me doy la vuelta antes de que pueda cambiar de opinión y me alejo con el corazón encogido. No sé si he hecho lo correcto, pero no quiero empujarlo más allá de lo que pueda soportar.En el hotel, me siento junto a la ventana, mirando las luces de Galway reflejándose en las calles mojadas por la lluvia. Mi mente no deja de dar vueltas. Cada vez que cierro los ojos, veo su rostro. La manera en que sus labios se tensaron, cómo sus ojos parecían estar luchando contra algo que no podía decir en voz alta.Tomo mi teléfono y reviso sus red3s social3s de nuev
CAPÍTULO 37: HASTA EL FIN DEL MUNDOEl vuelo a Pensilvania es largo, pero ni siquiera lo noto. Estoy demasiado perdida en mis pensamientos, tratando de encontrar sentido a todo lo que ha sucedido. La traición de Brayden, la partida de Asher, la forma en que todo se desmoronó tan rápido. ¿Cómo no vi las señales?Cuando aterrizo, el frío de Pensilvania me recibe como un golpe directo al rostro. Me ajusto la bufanda y tomo un taxi al apartamento que compartía con Asher antes de que todo esto comenzara.No es mucho, solo un pequeño espacio en el centro de la ciudad, pero siempre se sintió como nuestro hogar. Ahora, al entrar, me envuelve una sensación de vacío.—Asher… —susurro para mí misma, dejando caer mi maleta en la entrada.El silencio es ensordecedor. Camino por el apartamento, cada rincón trae recuerdos de nosotros. La risa, las discusiones, los momentos en que todo parecía perfecto. Y ahora, no hay nada.Voy a la habitación y me dejo caer en la cama. Los ojos se me llenan de lágr
CAPÍTULO 36: SE ACABÓMi cabeza da vueltas mientras camino por la casa. No puedo sacarme de la cabeza la mirada de decepción y furia de Asher. No estaba segura de lo que sentía, sin embargo, ahora sé que no quiero perderlo, no puedo.No pienso rendirme, no ahora. Tal vez si hablo con Brayden, si logro ser honesta y que él lo sea también por una vez en su vida, todo esto pueda arreglarse.Regreso al pasillo, esta vez con pasos firmes. El corazón me late rápido, pero me obligo a respirar hondo antes de entrar a la habitación. No voy a dejar que se salga con la suya otra vez. Le diré la verdad sin importar lo que pase.La puerta está entreabierta, y justo cuando estoy a punto de empujarla, escucho una voz conocida. Es la madre de Brayden.—Brayden, esto tiene que parar. No puedes seguir jugando con esta situación —dice con un tono lleno de reproche.Me detengo en seco, pegada al marco de la puerta, conteniendo el aliento.—¿Por qué no? —responde él con desdén—. Todo va según el plan.Fru
CAPÍTULO 35: NO CREO QUE LO VALGAAntes de que pueda reaccionar veo a Asher parado en el umbral. Su mirada está clavada en nosotros: yo acostada en el borde de la cama y Brayden a mi lado, abrazándome con tranquilidad, como si esto fuese lo más normal del mundo.—Asher... —Su nombre apenas escapa de mis labios, pero él ya está frunciendo el ceño y tiene su mandíbula apretada como si intentara contenerse.—¿Qué demonios es esto? —Su voz es baja, peligrosa.Me levanto de un salto, alzo las manos como si eso pudiera calmarlo.—No es lo que parece. Déjame explicarte.Pero no me deja. Asher suelta una risa amarga, cargada de ironía, y da un paso hacia atrás.—Claro, Quinn. Porque seguro que hay una excelente explicación para esto. Como siempre, Brayden consigue lo que quiere, ¿no?—No. —La desesperación se arrastra en mi voz mientras camino hacia él—. Él... él solo está mal, necesita… —intento buscar una explicación, pero sé cómo se ve esto.—¿Qué necesita, Quinn? ¿Tanto debes fingir que i
CAPÍTULO 34: ME SIENTO EN DEUDAUna semana después…—Con cuidado, niña —me advierte la señora Isabella.Por fin Brayden salió del hospital. Fue una semana larga y dura, el médico dijo que su condición de amnesia mejoraría con el tiempo, pero mientras tanto, debíamos mantenerlo lo más calmado y relajado posible, ya que una emoción fuerte podría traer graves consecuencias. Por ese motivo su madre decidió que debía seguir fingiendo ser su esposa hasta que mejorase.Bárbara no ha querido regresar, ni tampoco saber nada sobre la condición de salud de su esposo, a pesar de que Isabella no ha parado de amenazarla con demandas y abogados por lo que hizo.De algún modo logré tranquilizarla, y decirle que era mejor que dejase las cosas así por ahora. Si Bárbara vuelve, solo complicará más todo con la memoria de Brayden.Por otro lado, Asher se fue. No he sabido nada más de él a pesar de que le he dejado múltiples mensajes y llamadas. Fui a buscarlo al hotel, pero cuando llegué, ya no estaba. Ta
Último capítulo