Livia
Me desperté por un ruido en la habitación, las luces estaban encendidas y él salía del vestidor con un pantalón de pijama y el cabello mojado. Su expresión era la misma, pero al encontrarse con la mía, algo en sus ojos cambió, volviendo a esa frivolidad del principio, cuando sólo era una intrusa en su territorio.
—¿Qué hacías en ese lugar, Livia? A solas, con un hombre, en una habitación para dos.
La pregunta fue mordaz, lo que me hizo incorporarme de inmediato, sabiendo que era momento de enfrentarlo.
—Yo... recibí una nota el día que me escapé de la fortaleza. Alguien dejó esto para mí —de mi buró, escarbé en uno de los cajones, sacando la memoria y la arrugada nota que estaban escondidas entre mis cosas—. Son videos de mi madre siendo torturada. Yo... no soporté verlo y asistí a una dirección que pusieron en la nota.
Se acercó a tomarla con recelo, desenvolvió la hoja y, luego de leerla, la lanzó al suelo. Se acercó a su computadora para reproducir los videos. Pude observar c