Capítulo 44

Livia

Desde la lejanía, vigilábamos la llegada del Sotto Capo a la mansión del golfo. Como lo había previsto, eran sus días de fiesta que duraban día y noche, lo que facilitaba a mi gente infiltrarse entre la gente y acabar con los de seguridad a la vez.

Nos quedaba exactamente media hora. Mi sangre parecía estar en ebullición; necesitaba hacer aquello, darle una probada a mi padre del dolor que me hizo pasar, de las interminables torturas que me obligaba a ver y que yo le haría vivir a Raffaele.

—Ahora —di la orden que Lorenzo les hizo saber a los demás.

Vi cómo la gente se alteraba cuando comenzaron a disparar con armas de alto calibre, acabando con todos. Mi hermano, al darse cuenta, intentó defenderse buscando sus armas, pero fue demasiado tarde. Su mismo ego lo había hecho caer, se confió, y eso era lo peor que se podía hacer en nuestro mundo. Eso lo había aprendido a las malas, y muchas veces fue él quien me dio esas lecciones.

Intentó huir, pero fue lanzado al suelo, haciéndolo
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