Livia
El viaje de regreso fue en absoluto silencio. Miraba por la ventana, completamente perdida en mis memorias. Bajar a ese lugar había revivido momentos en los que me sentí como una verdadera mierda que no valía nada: impotente y completamente culpable.
Mis amigas del instituto me habían convencido de ir a una fiesta que se llevaría a cabo en la casa del chico más popular, el capitán del equipo de fútbol. Era tan guapo... cada vez que me devolvía una mirada y me sonreía, sentía esas estúpidas mariposas y mis mejillas se convertían en un auténtico tomate. Ese día, él se me había acercado para invitarme. No quería perdérmelo, y tal vez ahí daría mi primer beso... tal vez incluso perdería la virginidad con él.
Tenía prohibido asistir a fiestas y acercarme a los chicos, pero con ayuda de mi amiga Emma me escapé de casa. Bailamos, bebimos y también probamos algo de cocaína. Estaba completamente ida, reía como si fuera libre de verdad, atreviéndome a hacer lo que había planeado con Emma