—¿A qué te refieres? —inquirí sorprendida.
Desvió la vista, encogiéndose de hombros con una mueca.
—A que no me hallo en Vargrheim. No sé por qué. Es un lugar oscuro y frío en más de un sentido. Lo más lejano a un hogar que te puedas imaginar. Fue por eso que monté la escuela, aunque signifique lidiar con humanos. Quería una excusa para dejar el castillo al menos un rato cada día.
—Oh, no tenía idea.
—Con decirte que Dugan y yo habíamos decidido que al regresar nos mudaríamos al pabellón con Kellan y Glenda.
—¿Al pabellón de caza donde vivía el clan de Ragnar?
—Sí. Los únicos que van allí ahora son las patrullas que vigilan los pasos de montaña. Como si alguien fuera a descubrir la huella que Ragnar usaba para cruzarlas. Es bonito y sobra espacio para los cuatro. El bosque es hermoso, sin contar que está lleno de presas. Y me trae buenos recuerdos de la temporada que pasamos allí.
La observé un momento con atención.