La siguiente decisión que debía tomar era si dar la noticia de mi embarazo, cómo y a quién. Por suerte, la reina coincidió conmigo en que era prematuro hacer un anuncio formal, al menos hasta que Mael lo supiera.
—Y si tu vientre comienza a crecer antes que el vagabundo de mi hijo regrese, no harán falta anuncios formales —dijo.
Sin embargo, no tenía sentido intentar guardarlo en secreto ante los más cercanos a mí. Milo lo sabía, y era un despropósito pretender que se lo ocultara a Fiona. Y yo deseaba de corazón compartirlo con Aine, por ejemplo. Y con Tea. Y Tilda, que era quien siempre cuidara de las madres humanas durante sus embarazos, así que estaba capacitada para ayudarme a detectar si todo iba bien o debíamos prestar atención a algo en particular.
Así que esa misma tarde, la reina mandó llamar a quienes yo quería darles la noticia.
—Te dejo a Tea toda para ti —bromeó—. Eso sí, mejor que le des un té calmante antes de decírselo.
—Como si fue