Justo cuando intentaba tranquilizarse, unos agudos sirenazos y disparos resonaron fuertemente en el pasillo. En su desesperación, dejó caer el vaso con agua, haciendo que los vidrios se esparcieran por el suelo mientras miraba a todos lados. De pronto, uno de sus hombres entró a la habitación y Damián sorprendido al verlo le dice.
—¡¿Dónde diablos te habías escondido?! ¿Por qué carajos me abandonaron todo este tiempo? ¿Tienes idea de todo lo que ese traidor de Mateo y su maldita abuela me hicieron? ¿Dónde están esos malditos inútiles? Les pago una fortuna para mi protección y a la primera oportunidad me traicionan. ¡Haz que vengan AHORA MISMO! Necesitamos salir de esta ratonera inmediatamente. ¡Son unos incompetentes!
El guardaespaldas bajó la cabeza en silencio, evitando su mirada. En ese momento, otro hombre irrumpió en la habitación con el rostro desencajado por la urgencia:
—¡Jefe! La policía viene hacia acá. Debemos salir de aquí ahora mismo.
Un sudor frío recorrió la espa