Rodrigo había llamado a un médico privado para revisar el pie de Lorena.
Tras una breve revisión, el médico sacudió la cabeza con calma:
—Solo es un esguince leve. En un par de días estará bien.
Rodrigo soltó el aire que había estado conteniendo, visiblemente aliviado.
—Lorena, descansa un poco. Voy a ver cómo está Susana.
Apenas dijo eso, el rostro de Lorena se endureció.
¿Cómo podía seguir pensando en Susana? ¡Ella estaba lastimada! ¿Qué tenía Susana que siempre se le metía bajo la piel?
Matías se acercó en voz baja, con ojos redondos de preocupación:
—Papá, ¿tú no querías estar con Lorena?
—Te conseguimos este momento a solas con ella… ¡tienes que aprovechar!
Rodrigo se quedó pensativo. Sí… él había dicho que quería a Lorena. ¿Entonces por qué seguía pensando en Susana?
Pero al ver a Lorena allí, vulnerable y esperando algo de él, volvió a convencerse.
La tomó de la mano con decisión:
—Lorena, me quedo contigo. No voy a ir a ningún lado.
Los ojos de Lorena se llenaron de emoción. Un