Rodrigo se quedó inmóvil. En su memoria, Susana casi nunca le había dicho que no. Por absurdo que fuera su pedido, ella siempre hacía lo posible por cumplirlo.Al escuchar la negativa, Lorena soltó una sonrisa amarga:—Perdón. Fui una ilusa. Ya es suficiente con estar aquí, y encima quería soñar con probar un sándwich de Susana. Dicho eso, dio un paso hacia la puerta, lista para marcharse. Pero Matías, al ver la escena, estalló en llanto, y, acercándose a Susana comenzó a golpearla con sus manitas.—¡Mala mamá! ¡No molestes a Lorena!Rodrigo se apresuró a sujetar a Lorena, y, con el ceño fruncido, miró a Susana con reproche.—¿Todavía estás molesta por lo de esta mañana? ¡Te dije que Lorena solo vino a buscar un cargador! ¿Qué tanto drama haces?Susana lo miró sin expresión, y, con la voz neutral, respondió:—Me siento mal. No tengo energía para cocinar.—¿Estás enferma, mamá? —preguntó Matías, sorprendido al principio, pero de inmediato se tapó la boca con gesto de asco—. ¡D
Leer más