Mundo ficciónIniciar sesiónEn nuestro aniversario de bodas, la "amiguita" de mi esposo publicó una ecografía en redes sociales. Acompañó la imagen con un mensaje de agradecimiento a mi marido: “Gracias por darme un hijo, hombre maravilloso que me has cuidado durante diez años.” Me quedé helada y comenté: [¿Acaso eres la tercera en discordia?] Mi esposo Diego me llamó de inmediato, furioso. —¡No seas mal pensada! Solo le doné esperma para que pudiera ser madre soltera. —Además, Lucía quedó embarazada a la primera, mientras que tú lo has intentado tres veces sin éxito. ¡Tu vientre no sirve para nada! Hace tres días me dijo que iba al extranjero por negocios. No contestaba mis llamadas ni mensajes. Pensé que estaba ocupado, sin imaginar que acompañaba a otra mujer a sus revisiones prenatales. Media hora después, Lucía publicó una foto de una mesa llena de comida. “Cansada de la comida extranjera, Diego cocinó todos mis platos favoritos.” Miré la prueba de embarazo positiva que tenía en mis manos, sintiendo cómo mi alegría se congelaba. Ocho años de amor profundo, seis de matrimonio sometiéndome a sus caprichos. Esta vez, he decidido dejarlo ir definitivamente.
Leer másPase de nuevo mi tarjeta- dijo con enojo Anabella a la joven dependienta de la tienda de maquillaje- es imposible que no tenga fondos- la chica se encontraba con una gran cantidad de productos en la caja, había sido un día terrible, había terminado con su novio, su único escape en esos momentos eran las compras.
Lo siento señorita- hablo la joven mujer- su tarjeta fue rechazada nuevamente-dijo mientras le entregaba el plástico-¿tiene alguna otra forma de pago?-
¡VUELVA A PASARLA! - exclamo Anabella con el rostro un tanto enojado y casi roja de la ira, esas empleadas en ocasiones eran unas ineptas penso, con bastante molestia.
señorita, en verdad - la dependiente se mostraba temerosa, otra vez había sido rechazada la tarjeta- su tarjeta dice rechazada, ¿no tiene otra forma de pago? , efectivo, otra tarjeta- la mujer miraba casi con temor a Anabella Conor.
Tome- saco otra de sus tarjetas, era la tarjeta de emergencia, en ella se encontraba un pequeño capital que madre le había dado al inicio del año escolar, tenía que hablar con su padre, ¿acaso le había cancelado las tarjetas?, eso era imposible, pero tenía que preguntar, salió con las compras de la tienda y fue directamente al departamento que se encontraba en uno de los edificios más exclusivos de la ciudad.
Anabella Connor ,se acababa de graduar de su especialidad en derecho corporativo, era una joven común y corriente con cabello castaño claro, mirada gris y piel blanca con mejillas sonrosadas, había sido buena estudiante, y era un tanto frívola, se encontraba disfrutando que se había graduado, no sabía si iba a continuar estudiando, pensaba en viajar con su novio cuando descubrió el engaño del chico con una joven de otra universidad.
Al llegar a su departamento, miro como unos hombres se encontraban subiendo sus muebles en una camioneta, la chica miro desconcertada, que hasta pensó que se trataban de ladrones, pero al ver al abogado de su padre, se imaginó que quizás eso tenía que ver con que su tarjeta no tuviera fondos.
¿Qué sucede, Jacob? - dijo la chica bajándose de su automóvil- ¿por qué se llevan mis muebles?, ¡esperen esa es mi ropa! - exclamo Anabella al ver que su ropa estaba siendo puesta en la calle-
Tú padre se encuentra en grave aprieto,Anabella, está en la bancarrota y están embargando todo, menos la casa del norte, esa está a nombre de tú abuela, así que deberías ir con tus padres, tu abuela se encuentra mal de la impresión.
La joven se encontraba bajo un estado emocional de tipo shock, no sabía que hacer, miraba a los hombres que bajaban sus muebles, sus adornos que ella misma había elegido, no podía creer lo que se encontraba sucediendo, << ¿su padre en bancarrota?>>-pensó con incredulidad, el abogado le dijo que por su ropa no se preocupara, que esa no se encontraba bajo el embargo, solo las joyas.
Manejo con paso lento con dirección a la casa del norte, era bastante lejos, casi una hora y media de camino, el carro que llevaba se lo había regalado su abuelo por el termino de sus estudios de preparatoria, el camino fue largo.
Al llegar a casa de su abuela, el silencio era total, el carro de su padre se encontraba ahí, junto el de su madre y la motocicleta de su hermano mayor, que al parecer había llegado de su viaje, al entrar a su casa, su madre se encontraba en mar de llanto, en sus manos llevaba una copa de martini y en la otra un pañuelo, su maquillaje siempre perfecto se encontraba corrido, con manchas negras en el rostro.
Mamá, ¿Qué sucedió? - pregunto Anabella con aire confundido a su madre,que al parecer se encontraba muy alcoholizada y su abuela tenía el aire de gran enojo- ¿Dónde se encuentra mi papá?- la chica necesitaba saber que se encontraba sucediendo con su familia, era algo ilógico que se encontraran en la bancarrota, su papá siempre había sido muy cauto con los negocios, siempre analizaba las mejores para este,por ese motivo dudaba que estuvieran en la bancarrota.
Tú padre debe de estar en el estudio, o no sé- hablo la madre con voz gravemente tomada- nos quedamos en la ruina, ya no tenemos nada, absolutamente nada, estamos sin dinero, ni nada, solo esta pequeña casa – la mujer señalo con las manos esta propiedad, que en realidad no era pequeña, solo que para los ojos A de Nadine Connor era una nimiedad de casa.
Gerald Connor se encontraba en el estudio de la casa, intentaba salvar lo que más podía de sus bienes, mira las firmas, los pagarés, los cheques, las firmas puestas por donde sea, y en cada uno de esos papeles la firma de Georgia Connor, su esposa.
La chica tocaba la puerta del despacho de su padre sin obtener respuesta, miraba con creciente preocupación la gran puerta de roble del estudio, cuando una de las sirvientes anuncio al señor Andolini, uno de los mejores amigos de su padre, ella dijo que lo recibiría, esperaba que Antonio Andollini hiciera algo, y pudiera ayudar a su padre, pero se llevó una sorpresa al mirar que no era el señor Antonio, sino su hijo mayor Jean Carlo.
Buenas tardes, Anabella — hablo Jean Carlo con amabilidad, al mirar que era la chica quien lo recibía y no Gerald — el hombre que media cerca de 1.90 cm de estatura se acercó a la joven, para saludarla — me alegra que estes aquí y no gastando el dinero de tu padre —dijo en tono burlón el hombre.
La chica sintió como si Jean Carlo, le hubiese dado una bofetada, en verdad era odioso ese italiano de …, y por su mente paso una mala palabra, no iba dejar que Andollini se burlara de ella, ni mucho menos de su familia.
¿Qué buscas?, ¿Que demonios quieres Andollini? — preguntó de manera desagradable la joven Connor, mientras miraba con desagrado al hombre que tenía frente a ella — mi padre se encuentra encerrado en el despacho y no quiere abrir, no tengo idea que sucede realmente — hablo con voz llenas de dudas.
El italiano le dirigió una mirada que ella interpreto de desprecio, algo común en Jean Carlo, desde que recordaba siempre la miraba así y no alcanzaba a comprender los motivos del pelinegro de ojos oscuros — conozco la situación, Anabella, y vengo a realizar un trato con tu padre, es algo que a todos nos conviene — la voz segura de Jean Carlo irrito de sobre manera a la joven Connor.
¿un trato?— cuestiono la chic, mirando casi con odio al hombre que se encontraba frente a ella— ¿que clase de trato? — le dijo la chica al hombre, que la ignoro por completo antes de seguir caminando.
El hombre siguió por el camino que la mucama le señalo y se perdió durante dos largas horas en la biblioteca con Gerald Connor, cuando salieron, en uno se miraba la consternación y en el otro el triunfo, los presentes se les quedaron mirando, la voz afectada de Connor se dirigió a su hija, y en su mirada se podía leer claramente la suplica.
La chica presintió que algo malo sucedía, pero no sabía que era, su corazón comenzó a latir con fuerza, tanta que lo escuchaba en sus oídos, la voz con acento de Charleston de su padre se escuchó.
Estamos en la bancarrota — hablo con voz desganada — Jean Carlo ha venido a proponerme algo y es la única alternativa, sino igual podemos perder esta casa, y demás — el hombre miraba por todos lados — Anabella tendrás que casarte con Jean Carlo.
Mientras veía el coche alejarse apresuradamente, sentí como si un peso se levantara de mi pecho. Probablemente porque sabía que finalmente podría alejarme de toda esa gente tóxica. Este era el mejor regalo de cumpleaños que el destino podía darme.Efectivamente, Lucía dio a luz prematuramente a un niño. Afortunadamente, el bebé estaba sano y no sufrió mayores complicaciones.Diego finalmente accedió a firmar los papeles del divorcio. Al salir del juzgado, me detuvo con una expresión de disgusto:—Katia, ¿acaso me engañabas con Carlos desde hace tiempo y por eso insistías tanto en el divorcio?Le expliqué que, aunque sabía que había un nuevo vecino, no hablé formalmente con Carlos hasta el día que tuve síntomas de aborto y fui al hospital. Podía decir esto con la frente en alto ante cualquiera.—Y tú, Diego, ¿tu relación con Lucía fue realmente solo de protección? ¿No hubo nada inapropiado ni sentimientos durante estos años?Diego abrió la boca para responder, pero lo interrumpí:—No ha
Después de que los guardias de seguridad llamados por Carlos echaran a Diego y Lucía de la empresa aquel día, las cosas se calmaron por varios meses.Al principio me extrañó. ¿Cómo podían estar tan tranquilos sin causar problemas? Incluso me había preparado para una larga batalla.Luego me enteré de que la empresa de Diego parecía tener problemas y él estaba muy ocupado lidiando con eso.Pero la situación no parecía favorable, porque en una ocasión, Lucía me bombardeó con mensajes insultantes.Me preguntó si había dicho algo a Diego para obligarlo a quitarle el estudio que le había regalado antes.No respondí, solo tomé una captura de pantalla y la publiqué en redes sociales:"¿Así que el estudio independiente del que la señorita Rojas siempre presumía en realidad lo compró mi marido? En vez de perder el tiempo acosándome, mejor piensa cómo presionar a Diego para que firme los papeles del divorcio."Lucía y yo teníamos varios amigos en común. Inicialmente, ella hizo que me agregaran so
Me di cuenta rápidamente de que Diego seguramente estaba fingiendo ser un esposo amoroso afuera del edificio otra vez, y sin querer vio a Lucía. Probablemente logró entrar diciéndole a recepción que era mi esposo.La aparición de Diego también sorprendió a Lucía. Después de la sorpresa inicial, se enojó aún más y repitió cómo yo supuestamente la estaba acosando.—¡Katia siempre ha estado celosa de que seas bueno conmigo, seguro quiere vengarse! —exclamó Lucía.Frente a las miradas chismosas a su alrededor, Diego se avergonzó un poco.—¿Qué tonterías dices? ¡Katia no es ese tipo de persona! Además, ¿crees que una simple empleada tendría tanto poder?Lucía lo miró atónita, como si fuera la primera vez que lo veía.—¿Me estás defendiendo a mí? ¿No me crees?Yo observaba su discusión con los brazos cruzados y expresión fría. No solo Lucía estaba sorprendida, yo también me sorprendí de que Diego no la apoyara ciegamente. Antes, ya me habría regañado duramente.—Lucía, ¿puedes dejar de ser t
Realmente no sabía nada de esto.Pensándolo bien, tenía sentido. Carlos vivía solo en una gran casa a su corta edad y hasta tenía un apartamento desde la universidad. Claramente venía de una familia acomodada. Pero nunca se me ocurrió que fuera el hijo del director de la empresa.Justo cuando lo mencionamos, Carlos me llamó a su oficina. Volví en mí y recordé que tenía algo importante que informarle.La empresa de la familia de Carlos se especializa en transacciones de antigüedades y tesoros de alta gama. Él había iniciado una nueva división de arte moderno. Aunque las obras y joyas de esta línea no generaban transacciones millonarias como la línea premium, había abierto un nuevo mercado y les iba muy bien.Curiosamente, varias pinturas de Lucía estaban a la venta allí, y no eran baratas - todas rondaban los cien mil. Y justo habíamos descubierto un problema con ellas.Sus pinturas eran plagios que combinaban obras de varios artistas menores. No se había detectado en evaluaciones previ
Frente a las acusaciones descaradas de Diego, ya no tenía ganas de discutir. Él nunca creía haber hecho algo mal.—Los papeles de divorcio se pueden imprimir cien veces en un minuto. No tiene caso que sigas evitándolo —le dije.Diego se levantó furioso, tirando la silla al suelo con estrépito. Caminaba de un lado a otro como un perro rabioso, tratando de calmarse.—Cariño, si tanto te preocupa, puedo firmar un acuerdo o incluso hacer un testamento. Te prometo que no reconoceré al hijo de Lucía ni le dejaré herencia. ¿Eso te tranquilizaría?Suspiré profundamente. ¿Por qué seguía sin entender? Los bienes se podían dividir en un testamento, negro sobre blanco. Pero, ¿y los sentimientos? ¿Acaso se podían controlar así de fácil?Viendo crecer al niño, quizás pareciéndose cada vez más a él... La sangre llama, ¿cómo no iba a conmoverse? Si aún confiara en él, sería la más tonta del mundo.—Diego, no me importa a quién quieras proteger por diez años, con quién quieras tener hijos o en quién ga
Carlos también notó la comida que Diego había comprado y se sorprendió.—Hay tantos restaurantes cerca del hospital con comida adecuada para pacientes, ¡y tú lograste elegir lo menos apropiado! Impresionante.Vi a Diego apretar la mandíbula, conteniendo su enojo. Solo dijo sombríamente que en el futuro él mismo cocinaría y me traería la comida, que Carlos no se entrometiera.Pero Carlos no se achicó:—No me fío. Cuidé bien de Katia para que saliera del hospital, y en menos de un día ya tuvo un aborto. No eres nada confiable.Diego frunció el ceño:—Katia es mi esposa. ¿Por qué te esmeras tanto? ¿No sabes mantener distancia con una mujer casada?Dejé la cuchara con fuerza y respondí con sarcasmo:—¿Tú hablas de límites? Nadie los cruza más que tú, donando esperma a otra sin ver problemas.Carlos abrió los ojos de par en par, mirando a Diego con incredulidad.Diego se contuvo, aunque visiblemente enojado. En el pasado, se habría ido dando un portazo, pero hoy aguantó, sentándose en silen
Último capítulo