105. la hija de mi mejor amigo
Seattle de noche es todavía más bonita. Las luces de la ciudad se reflejan en el agua de la bahía mientras paseamos uno al lado del otro por Pike Place Market.
Es raro y, a la vez, liberador poder estar así con Ethan en público. Solo de pensarlo se me escapa una sonrisa tonta.
—¿Puedo saber por qué sonríes como una boba? —pregunta, rozándome la mano con disimulo.
—Nada… —contesto, sonriendo más—. Solo que es increíble poder caminar contigo así, sin mirar atrás cada dos segundos.
—Tienes razón —me devuelve la sonrisa y, por fin, entrelaza sus dedos con los míos—. Aunque me da a mí que sonríes más por la comida que por mí.
—La culpa es tuya por traerme aquí —lo pico—. Pero tranquilo, sigues siendo mi opción favorita. De momento.
—Mejor para ti —murmura, atrayéndome hacia él—. Sobre todo después de verte los últimos treinta minutos probando absolutamente todo lo que pillabas.
—No ha sido todo —protesto, colgándome de su brazo—. Todavía me quedan cosas por catar.
—Mia…
—¿Qué? Cr