"Te eché mucho de menos, te quiero muchísimo, Rebel. Aquí estoy". Consuelo a mi hija mientras ella solloza.
Nos acurrucamos juntas por un largo rato y la voy calmando poco a poco, susurrándole que ya estoy mejor y que nunca más me alejaré de su lado. Al poco tiempo, cae rendida. Alguien me acerca un vaso de agua junto con los calmantes, así que me los trago, luego me acomodo a su lado y también me quedo dormida con ella descansando sobre mi pecho.
Unos murmullos me arrancan del sueño, por lo que entreabro los ojos y veo a mi padre junto a la puerta conversando con alguien.
"Papá, ¿quién es?" Le pregunto, con voz rasposa y la garganta reseca.
"No es nadie importante". Responde, pero reconozco en ese tono grave que solo puede ser de él.
"Bien, entonces cierra la puerta porque no quiero verlo". Ordeno.
Tras un rato, la puerta se cierra y mi padre se sienta en el otro sofá.
"¿Dónde están mamá y mis hermanos?" Pregunto cuando me mira.
"Están buscando". Contesta.
Sus palabras me bastan pa