Punto de vista de Ángel
Un agudo llanto me despertó de mi sueño. Sonreí al abrir los ojos, giré la cabeza hacia la cuna al lado de la cama y me moví para recogerla. Estaba retorciéndose e intentando comerse su puñito cubierto.
—Hola Luna, oh cariño, ¿tienes hambre? —La arrullé y hablé en voz baja mientras la levantaba y me recostaba contra las almohadas.
Se retorcía y buscaba como un pajarito hambriento y enfadado. Sí, tenía hambre. Siempre la tenía.
—¿Hora de comer otra vez? —Murmuró Ryder, adormilado a mi lado.
Había pasado un mes desde que Luna Cielo llegó al mundo gritando con tres kilos y medio. Mantuvo su peso en la primera semana y podía entender por qué: estaba constantemente pegada al pecho.
—Siempre. Es como tú en tantas formas. —Dije mientras me bajaba la parte superior y desabrochaba mi sostén de lactancia. Como un pequeño monstruo voraz, se enganchó al instante. Siseé, la separé y la reposicioné.
—¿Por qué? ¿Porque siempre quiero tus pechos en mi boca? ¿O es el temperame