Punto de vista de Ángel
Ryder nos llevó hasta su habitación. Sabía que Nate cuidaría de Rebel, así que no me preocupé, sin embargo, no me demoraría demasiado. La puerta se cerró suavemente con un clic y yo me aferré a él como un monito bebé, su aroma me calmaba.
¿Debía admitir que lo había extrañado y que sentía un vacío en mi alma porque no estaba conmigo? Lo alejé porque sentí vergüenza por mi comportamiento en el hospital, y por las cosas que le dije.
“Ángel, princesa. Dime qué pasa por tu cabeza.” Dijo de una forma tan suave que apenas fue más que un susurro.
Su mano grande frotaba mi espalda para tranquilizarme. Apreté mi abrazo mientras él se sentaba en la cama, luego abrí los ojos y me incliné hacia atrás, apenas un poco, sin separarme demasiado.
Él llevó su mano a mi rostro para limpiar mis lágrimas. Sus ojos azules se clavaron en los míos y lo miré de vuelta; lo deseaba, lo necesitaba. Él era la parte que me había estado faltando por tanto tiempo. Era como si hubiera estado