Me levanté de la silla y besé la frente de Ángel. “Vuelve a mí, cariño, vuelve a nosotros. Hay muchas personas que te aman y te extrañan mucho”. Le pedí, sabiendo que podía oírme.
Sería ella quien decidiría si quería despertar o no. ¿Y si no quería? ¿Qué haría entonces?
Envié un mensaje al grupo familiar y les conté el plan para sacarla del coma. Todos respondieron diciendo que estaban en camino. Estaba leyéndole cuando vi algo moverse por el rabillo del ojo. Dejé de leer y me enfoqué en su mano, juraría que vi uno de sus dedos moverse.
Miré su rostro, que estaba inexpresivo. Volví a mirar su mano y negué con la cabeza, la falta de sueño empezaba a pasarme factura.
“Ángel, si realmente puedes oírme, quiero que sepas que nunca te dejaré. Eres mi Ángel, mi diosa, y te amo tanto. Tú siempre has sido la única dueña de mi corazón. Vuelve a mí, por favor, princesa”. Le rogué cuando los doctores entraron en la habitación.
“Ryder, necesito pedirte que salgas para poder comenzar”. Dijo una doc