Capítulo 32- La luna no olvida a sus hijos.
La plaza está repleta. El aire huele a miedo y a polvo.
Luego de que su escudo se estabilizara el brillo bajo, su intención era proteger su vientre, en esta vida no dejara que su cachorro muera. Luego que eso pasara alguno de las manadas volvieron a acercarse sin miedo arrojándole piedras. Tala tiembla, ensangrentada, sostenida del brazo por Ruddy como si fuera una vergüenza viva. Cada paso que da arrastra su dignidad sobre las piedras.
La muchedumbre grita su nombre como si fuera una maldición.
Tania, envuelta en llanto falso, se coloca frente al círculo de ancianos. Su voz se quiebra justo donde planeó hacerlo.
—Yo… yo solo hice lo que me pidió —solloza—. Fue ella quien cambió las hierbas…
A su lado, la falsa matrona asiente, nerviosa, con las manos manchadas de mentira.
Tala intenta hablar, pero una piedra lanzada desde la multitud la golpea en el rostro. La sangre resbala por su mejilla, tibia y espesa.
No baja la mirada.
El escudo invisible de su poder vibra sobre