Capítulo 96
Sebastián, al escucharlo, también percibió que Andrea estaba particularmente extraña ese día. Su hermana casi nunca le marcaba a esas horas, y mucho menos para preguntar específicamente por Gabriel. Sacudió la ceniza del cigarrillo y le dedicó una mirada socarrona al aludido; sus labios esbozaron una sonrisa llena de sorna.

—Parece que tu tiempo de juego con nosotros se está acabando.

Luego, se dirigió a Andrés.

—Llámale a tu hermano para que se una.

...

Para sorpresa de todos, Andrea llegó sola. Sebastián la vio entrar sin compañía y su expresión mostró extrañeza.

—¿Y eso que vienes sola?

—¿Pues quién más iba a venir? Obvio vengo sola.

Andrea observó que estaban jugando al póker y se sentó junto a su hermano.

—¿Y tu amiga del alma?

—¿Mi amiga?

Ella miró a Sebastián y, como si una idea la iluminara, volteó hacia el individuo distinguido y atractivo que estaba enfrente. Con un tono que denotaba una súbita comprensión, canturreó:

—¡Ahhh! Te refieres a Regi, ¿verdad?

El nombre de «Regi» r
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