Regina no era ajena a esa idea.
Pero conociendo a Gabriel, que accediera a un favor así indicaba que Elena tenía un lugar especial para él.
Recordó cuando Gabriel, delante de Luis, se había presentado como su novio. Aunque sabía que lo había dicho para protegerla, una parte de ella siempre creyó que había algo más.
Ahora, esa ingenua alegría le parecía patética.
Regina sintió los ojos anegarse en lágrimas mientras sus pensamientos se arremolinaban.
—¡Que sea novio de quien se le antoje, es su problema! No voy a volver a pensar en él. No es que me falten pretendientes, ¡tengo de sobra! ¡No voy a estar perdiendo el tiempo con ese tipo!
—¡Mañana… mañana mismo me consigo un novio!
Andrea, al verla en ese estado, suspiró para sus adentros y prefirió cambiar de tema.
...
El crepúsculo apenas comenzaba a ceder ante la noche.
Las luces del privado 1997 ya estaban encendidas. Sebastián Sáenz prendió un cigarrillo; la brasa carmesí dibujaba una línea fina que titilaba en la penumbra. Dejó el cel