Volvió a apoyar el mentón en la mano y suspiró.
—Mi vida es un desastre.
—No me arrepiento de nada. Después de estar con un hombre de verdad, los juguetitos ya no son suficientes para mí. Así que ahora tengo que ponerme las pilas para ganar más dinero e ir al Club Apolo a buscar compañía. ¡Esa va a ser mi nueva motivación para trabajar!
Regina no supo qué decir.
—¿Por qué tan callada? ¿A poco te asusté?
Verónica la miró, incrédula. Regina guardó silencio un momento antes de asentir.
—Sí, un poco.
Luego, añadió:
—Vaya, las apariencias engañan.
Verónica hizo un gesto de desprecio.
—Ay, no te hagas la inocente conmigo. Estoy segura de que tú tienes más experiencia que yo en esto. Además, solo hay que verte la cara. ¡Se nota a leguas que a ti te han cuidado muy bien!
Regina se tocó la mejilla. El recuerdo de la noche anterior la hizo sentir un calor repentino en la cara.
—Tú acabas de terminar con Sebastián, llevas muy poco tiempo soltera. Es obvio que no entiendes lo sola que se puede sen