En cuanto sus miradas se cruzaron, Jimena desvió la suya.
—¡Ah, miren, ya llegó nuestra diseñadora!
Miguel se puso de pie con una sonrisa amable para presentarla.
Aunque Regina no era famosa por sí sola, sí era la única novia que el famosísimo Sebastián había reconocido públicamente. Por eso, los paparazis habían ventilado hasta el último detalle de su vida personal y familiar.
Era la clásica historia de la niña rica de buena cuna: padre infiel que se casó con la amante, madre que se suicidó por la depresión, y para colmo, la mejor amiga le robó al novio… Una trama más dramática que cualquier telenovela.
Y para rematar, esa misma amiga estaba sentada en el mismo salón privado. Las miradas curiosas de los presentes iban de Regina a Jimena, expectantes.
—Por favor, siéntate.
Miguel le hizo un gesto con la mano. Regina avanzó con una calma imperturbable y tomó asiento en el único lugar libre. En diagonal, frente a ella, estaba Jimena.
—Te presento a nuestros protagonistas: Édgar Castillo