—Voy a tomar una llamada.
—Claro.
Regina se apartó un poco con el celular en la mano y contestó. La voz grave de un hombre se escuchó al otro lado de la línea.
—¿Comemos juntos?
—Ya tengo planes.
Hubo un silencio de un par de segundos. Ella entendió la indirecta y respondió con calma.
—Es una mujer. Una compañera del trabajo. De hecho, quedé de invitarla a comer ayer, pero le cancelé de último momento. Hoy se lo voy a reponer.
Gabriel pareció tranquilizarse.
—Bueno.
Como no había nada más que decir, Regina colgó.
Se dio la vuelta y entró con Verónica al restaurante japonés. Un mesero las acompañó a un cubículo tranquilo al fondo. El mesero les sirvió agua y les entregó los menús.
Ninguna de las dos era indecisa para pedir de comer, así que ordenaron rápidamente. Cuando el mesero se retiró, Verónica apoyó el mentón en la mano y la miró con una sonrisa pícara.
—Creo que debería pedirte unos cuantos autógrafos de una vez. Cuando te hagas famosa, los vendo y con eso me va a alcanzar para v