—¡No estoy de acuerdo!
Casi por instinto, Maximiliano se opuso.
Alicia rio con ironía.
—Es una decisión que tu papá y yo tomamos, ¿desde cuándo necesitas dar tu aprobación?
—Ella no tiene ningún lazo de sangre conmigo, ni siquiera es una Valderrama, ¿con qué derecho va a ser mi hermana?
Regina palideció visiblemente.
Alicia le tomó la mano, dándole unas palmaditas tranquilizadoras, y continuó:
—¿No eras tú el que iba diciendo por ahí que veías a Regi como a una hermana? ¿Por qué ahora que quiero adoptarla como hija te molesta tanto?
Lo escrutó con una mirada aguda y penetrante, decidida a desvelar sus verdaderas intenciones.
Los labios de Maximiliano se movieron sin emitir sonido, mientras la presión de su mano sobre la muñeca de Jimena se intensificaba.
Al observar su reacción, Jimena sintió un temor indefinido crecer en su interior.
—Maximiliano, suéltame, ¡quiero irme a mi casa!
Él dirigió una mirada fulminante a la mujer a su lado.
—No quiero ni verla. Si es mi hermana, tendrá toda