—¿Qué quieres ver?
Aun así, ladeó la cara para preguntarle.
Gabriel la observó. Tenía la cara tan cerca, pero su expresión era indiferente. Al recordar cómo sonreía y conversaba animadamente con otro hombre la noche anterior, un nudo de frustración se le formó en el estómago.
—Lo mismo que tú.
Regina asintió y tomó el control remoto para cambiar de canal. Las telenovelas eran puras historias de amor, conflictos familiares, infidelidades y suegras problemáticas; verlas era agotador. En cambio, los programas de concursos, aunque no aportaban nada, al menos tenían un ambiente alegre.
—Dejemos este.
Dejó el control a un lado, dispuesta a concentrarse en la televisión. No tenían nada de qué hablar, así que se limitaría a cuidarlo. En cuanto se recuperara y le dieran el alta, podrían poner punto final a su relación.
Él echó un vistazo a la pantalla. El programa estaba lleno de muchachos jóvenes, y la complexión de uno de ellos le recordó al tipo de la noche anterior.
Vio que ella no apartaba