No había avanzado mucho cuando su celular comenzó a sonar.
Gabriel acababa de detener el carro en un semáforo en rojo. Tomó el celular y vio que era un número sin registrar.
Era Regina.
Tuvo un presentimiento y contestó de inmediato.
La voz alarmada e inquieta de ella llegó desde el otro lado de la línea:
—Gabriel, se acaba de ir la luz mientras me bañaba. Creo que se quemó un fusible, ¿podrías venir a ayudarme?
Regina añadió con rapidez:
—Pensaba llamar al casero, pero ya es muy tarde y me da un poco de miedo.
Gabriel no titubeó y solo le indicó con voz grave:
—Vístete. Voy para allá de inmediato.
—Claro, mil gracias.
En cuanto colgaron, Gabriel dio vuelta en la siguiente esquina y regresó.
...
Regina se vistió y esperó en el pasillo.
Al ver a Gabriel salir del elevador, corrió hacia él, contenta.
—¡Llegaste!
Había comprado herramientas y cable en el camino, así que en poco tiempo reemplazó el fusible.
Regina fue al baño y encendió el calentador de agua eléctrico un rato. Solo cuando