Tras un momento de silencio, dijo en voz baja:
—En serio agradezco lo bueno que has sido conmigo, pero esto me hace sentir… presionada. Sebastián, siento que te debo demasiado y estar contigo me genera una presión que no siento con nadie más. Con otras personas, todo es más fácil, más relajado.
—¿Ya estás con alguien?
Regina cerró los ojos, obligándose a pronunciar la palabra que lo cambiaría todo:
—Sí.
La llamada se cortó de golpe.
—Tu-tu-tu...
Regina bajó el celular. Sabía que era lo mejor para los dos.
Se recompuso como pudo y se dispuso a volver a la tienda. Sin embargo, apenas había dado unos pasos cuando alzó la vista y se quedó paralizada. A poca distancia, de pie, había un joven alto y de figura esbelta.
Sus miradas se encontraron. Ella lo observaba y él a ella.
Pero al final, sin acercarse, el joven se dio la vuelta y se fue.
***
Regina estuvo ocupada en la tienda hasta las diez de la noche. Solo cuando terminaron de contar todo el inventario, ella y sus compañeras pudieron ce