Capítulo 119
Alicia regresó a casa tarareando una cancioncita y, al ver a su esposo sentado en la sala mirando el celular, se sorprendió.

—¿Qué haces aquí?

Javier dejó el celular a un lado y tomó un sorbo de la taza de té que tenía enfrente.

—No tenía nada que hacer en la tarde, así que vine a dormir un rato.

Alicia sabía que su esposo había enlazado varios viajes de negocios a distintos países justo después de sus vacaciones y que apenas había podido descansar. Sintió mucha ternura, dejó su bolso en la entrada y se acercó para masajearle las sienes.

Había aprendido la técnica de un profesional, y Javier, disfrutando del cuidado, entrecerró los ojos.

—Andas de muy buen humor hoy. ¿Ganaste?

—No, de hecho perdí un poco.

—Solo cantas cuando estás de buenas, y ya tenía mucho que no te oía.

Desde que su hijo había provocado aquel escándalo, Alicia apenas sonreía en casa. Se la pasaba lamentándose, maldiciendo a Maximiliano y con los ojos enrojecidos de tanto extrañar a su hija. El ambiente también había
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