Pero si Regi lo decía de esa forma y con la cara sonrojada, Alicia tenía que creerle. Dejó escapar un suspiro de satisfacción.
—Es mucho mejor que Max, sin duda.
Al pensar en su hijo, Alicia sintió frustración. Sabía que Maximiliano no veía a Regi solo como una hermana, por más que lo dijera. Pero a estas alturas, ya no había vuelta atrás; el destino no los quería juntos. No pudo evitar sentir un poco de lástima por él.
—Maximiliano no tuvo la suerte de tenerla.
Regina se mordió el labio, sin decir nada.
Alicia no tardó en cambiar de tema.
—Ya hablé con Silvia. Mañana en la noche vamos a cenar las dos familias en el Hotel del Prado. Hay que hacer las cosas como se debe, y por supuesto, tienen que organizar la boda…
—¿Boda?
Regina se quedó de una pieza.
—Claro que sí. Un matrimonio necesita una boda. Silvia me aseguró que no permitirá que te falte nada ni que te sientas menos.
Las palabras de su madrina le llenaron el corazón de calidez.
«Pero… Gabriel no me propuso matrimonio, fui yo l