Capítulo 117
—¡Bienvenida!

En cuanto Alicia cruzó la puerta, una empleada con un elegante vestido de diseñador se le acercó y le preguntó con amabilidad:

—Señora, ¿quiere que le muestre algo en especial?

—No, gracias. Solo estoy viendo.

Regina estaba en medio de la tienda, explicándole a una clienta las características de varios modelos de vestidos. Al escuchar aquella voz tan familiar, se volteó y, al ver a su madre, exclamó:

—¡Mamá!

Alicia le hizo un gesto con la mano para que no se preocupara y fue a sentarse en un sofá cercano.

Cuando Regina despidió a la clienta, se acercó a ella.

—Mamá, ¿qué haces aquí?

—¿Te interrumpo?

—No, para nada. Entre semana casi no viene nadie.

Regina le sirvió un té con unas galletas y se sentó a su lado.

Observó a su hija, que lucía un vestido de la tienda y se veía absolutamente radiante. Luego, recordó a la empleada que la había recibido y se dio cuenta de que su hija seguramente hacía lo mismo con otras personas todos los días. La idea le provocó tristeza y se le
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