Capítulo 109
Él permaneció indiferente.

Regina, en cambio, sintió que la cara le ardía bajo las miradas de los que estaban en la fila.

De regreso en el carro, su corazón latía desbocado y las mejillas le quemaban. Al estar con él en ese espacio tan reducido, no podía evitar que cierta imagen se formara en su mente una y otra vez.

Tensión, timidez y una extraña expectativa que no lograba definir.

En cuanto Gabriel estacionó el carro, ella se bajó apresurada. Sin preocuparse por las botanas que habían comprado, se adelantó y caminó sola hacia el edificio.

Mientras esperaba el elevador, él la alcanzó, cargando las bolsas con calma. Ella evitó su mirada. Apenas se abrieron las puertas, entró deprisa y se pegó a una de las paredes, con la cabeza agachada.

Cuando él entró y estiró el brazo, Regina se sobresaltó, pero al ver que solo presionaba el botón de su piso, respiró aliviada.

El edificio tenía un solo departamento por piso, con acceso directo desde el elevador.

El trayecto fue rápido. Para cuando G
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