El regreso fue silencioso.
Los árboles parecían más densos que antes, y cada paso de Ragnar resonaba entre las hojas secas como un recordatorio de lo ocurrido. Elijah y Ambis caminaban a unos metros detrás, atentos, sin decir palabra. La tensión flotaba entre ellos como un velo invisible.
No fue hasta que los guerreros estaban a un par de metros cuando Elijah rompió el silencio.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó con calma, aunque su tono era más filo que voz.
Ragnar no respondió, iba a seguir caminando, pero no era conveniente que lo vieran salir con vampiros del terreno neutral, especialmente porque se supone que había tenido una reunión con Bertulf, así que se detuvo y giró apenas la cabeza.
—Vuelvan sin que los guerreros los vean —ordenó con autoridad.
Ambis levantó las manos y las movió en aire haciendo un estiramiento del cuerpo completo.
—Por mí está bien. Llegaré más rápido. Fue una pesadilla seguir a esos lobos perezosos —dijo, dando un par de salitos emocionao que podría seg