El amanecer llegó con un aire distinto. La noche anterior había sido una cita perfecta, flores silvestres, vino, risas y confesiones bajo la luna. Lyra aún podía sentir el calor del cuerpo de Ragnar cuando abrió los ojos, pero la preocupación por Sena regresó a su pecho como un peso inevitable.
Pensó que Ragnar no se acordaría de lo que le había prometido la noche anterior, no quiso insistir, sabía que él estaba ocupado con los asuntos de la manada, aunque cuando estaba a punto de salir, fue él quien le habló.
—Hoy mismo enviaremos a alguien —le recordó —. Vamos a saber qué sucede en la manada Sur.
Aunque Lyra pensaba que lo hacía por ella, Ragnar también tenía sus propios motivos personales para saber sobre ese nuevo Alfa que estaba tomando su propia reputación, desde hace más de un siglo que las manadas tenían un equilibrio, no iba a permitir que alguien lo rompiera, especialmente ahora que tenía una familia que proteger.
Eligió cuidadosamente al mensajero, buscó a alguien fuerte