—Has pagado más que de sobra. —Mis ojos se centran en su estómago.
Ha pagado tanto física como mentalmente, y todo eso ha convertido a mi marido en un controlador neurótico ahora que tiene algo que le importa otra vez.
A mí.
—¿Cuándo te hirió la vez anterior? —pregunto. Necesito esa pieza final para completar este inmenso puzle.
—Cuando Rosie murió, hizo todo lo posible para intentar hacerme ver que nos necesitábamos el uno al otro. Siempre había sido un poco impredecible, pero al ver que yo seguía rechazando sus intentos, empezó a comportarse de una manera errática. Estaba obsesionada hasta el punto de quererme dejar leccionado de por vida.
—¿Se quedó embarazada a propósito?
—Puede ser.
—¿Y te apuñaló?
—Sí.
—¿Fue a la cárcel?
—No.
—¿Por qué?
Suspira de nuevo.
—Su familia le buscó ayuda y la mantuvo alejada de mí a cambio de mi silencio.
—¡Pero mira lo que te hizo! —Señalo su vieja cicatriz—. ¿Cómo pudiste dejarle pasar eso?
—Es bastante superficial. Esta vez lo ha hecho mucho mejor.