Dejo escapar un grito ahogado y miro a Nick. Se está mordiendo el labio, y su mirada oscila constantemente entre mi persona y… ¿su exmujer? ¿Estuvo casado? Siento que me ahogo, y mi mente da vueltas intentando asimilar, sin éxito, lo que acabo de oír.
Ruth me mira y, de repente, su expresión furiosa se transforma en una sonrisa.
—¿No lo sabías? Vaya, menuda sorpresa. Puede que eso explique entonces por qué insistes en seguir a su lado.
Su petulancia, combinada con la desesperación de Nick, me deja paralizada.
—Nada puede separarnos —digo.
Mis palabras cortan el aire y le borran la sonrisa de la cara, pero también tensan aún más a Nick. Mantengo su mirada cautelosa y percibo claramente que no debería haberlo dicho. Sacudo la cabeza suavemente, y mi labio inferior tiembla. La sensación de mi palma acariciando mi vientre me reconforta, pero la expresión en el rostro de mi marido no. Aparta los ojos de los míos y los centra en mi vientre; una oleada de desesperación recorre lentamente su