—Yo no. —Sale y vuelve a entrar hasta el fondo—. ¿Estás escuchando a tu cuerpo, Addison?
—¡Sí! ¡Y me dice que necesito correrme!
Me da una palmada.
—¡No te hagas la lista! —Sale por completo de mí y vuelve a deslizar la polla por mi centro, provocando una fricción tremendamente satisfactoria de su carne contra la mía—. Pues a mí me está diciendo que estoy haciendo un gran trabajo cubriendo tus necesidades. —Está temblando. Lo noto a través de sus brazos y en mis piernas, pero sigue embistiéndome sin parar.
—Joder, necesito estar encima de ti.
Me suelta la parte inferior del cuerpo y me agarra de las manos para colocarme sobre su cuerpo erguido de un tirón. Me tumba sobre la alfombra debajo de él en un abrir y cerrar de ojos. Empieza a lamerme los pezones con la lengua y coloca la mano entre mis muslos para ayudarse a entrar de nuevo en mí.
Ahora que siento su piel, noto lo sudado que está. Mis manos palpan cada centímetro de su cuerpo.
—Bésame —le ruego, y no lo piensa.
Nuestras bocas