—¿Y por qué intentó ponerse en contacto conmigo Amalie y no tú?
—Pensé que a tu hermana sí le contestarías el teléfono —se apresura a responder—. Esperaba que a ella sí que le respondieras…
—¡Pues te equivocabas! —ruge por encima de mi hombro, y me estremezco—. Ya no puedes hacerme esto. Ya no, mamá. Tu influencia ya me jodió la vida bastante, ¡pero ahora me va bien por mi cuenta!
La mujer se encoge, pero no intenta defenderse. Sus ojos verdes están cargados de pesar y de desesperación. Me pasan demasiadas cosas por la cabeza, pero mi prioridad es mi marido y su evidente sufrimiento. Su madre lo está pasando mal también, pero ella no me gusta, así que no me afecta cómo pueda sentirse.
—Mellizos —susurra, estirando la mano hacia adelante.
Me quedo estupefacta. Soy incapaz de moverme. Estudia mi vientre y veo el dolor dibujado en su rostro arrugado. Nick tira de mí, evitando en el último momento que su mano me toque la barriga.
Entonces salgo de mi aturdimiento y reevalúo la situación.