—Estoy bien —digo, resoplando y tosiendo para intentar despejarme la garganta—. Se me ha ido por el otro lado.
—Ten. —Nick me quita el cuchillo y el tenedor y me pone en la mano un vaso de agua—. Bebe.
—Gracias. —Acepto el vaso y me lo bebo de un trago.
Intento no mirar a Lucas, pero fracaso estrepitosamente. Me siento vulnerable, y su talante juguetón es como un imán. Ahora está gesticulando como si estuviera haciendo una mamada, mueve la mano arriba y abajo, masturbando una polla imaginaria delante de su boca. Escupo agua en todas direcciones: encima de Derek y de Samanta. Tengo buena puntería, porque también rocío a Lucas. Samanta y Derek se levantan volando, pero él se queda donde está, muerto de la risa.
—Joder, Addison —exclama Nick, tomando una servilleta—. ¿Qué demonios te pasa?
Me limpia la boca mientras me parto de la risa. Samanta y Derek maldicen en voz baja y Lucas sigue riéndose sin parar.
—Lo siento. —Carcajada—. Lo siento muchísimo.
Samanta y Derek están secándose con