Salgo de la ducha y me seco antes de volver a mi habitación. Miro el teléfono. Sólo hay una llamada perdida desde la última vez que las borré. Me sorprende, pero entonces el móvil vibra en mi mano. Es un mensaje de texto.
“No puedo vivir sin ti, Addison”
Dejo escapar un suspiro pero no contesto porque no sé qué decir.
No me molesto en secarme el pelo ni en ponerme crema corporal. Me visto con una camiseta holgada y unos pantalones de chándal y me tapo con las sábanas de mi vieja cama. Es dura, tiene algunos muelles sueltos, y Nick no se encuentra en ella pero estoy sola, que es lo que necesito en este momento.
Me despierto al oír que alguien grita a pleno pulmón. Está oscuro y la única luz es un brillo tenue que entra por el tragaluz que hay sobre la puerta de mi habitación. Aparto las sábanas, me levanto, ando de puntillas hasta la puerta y la abro.
—¡He dicho que hemos terminado! —grita Lucas—. ¡Lo nuestro no va a ninguna parte!
Mierda, no debería estar escuchando,