Estoy en éxtasis. Éste no es el Nick tierno. Éste es el Nick dominante, fiero y poderoso, y estoy preparándome para todos los polvos que me he perdido. Le echo los brazos al cuello y me abalanzo sobre él con igual intensidad, o puede que más.
—Soy tuya —gimo entre los ataques de su lengua.
—No necesitas recordármelo.
Su mano sube por mi muslo y me cubre el sexo. Un chorro caliente fluye de mí y en lo más hondo siento una punzada de placer. Qué falta me hacía. Introduce los dedos en mis bragas de encaje.
—Estás mojada —ronronea en mi boca—. Sólo conmigo, ¿entendido?
—Entendido.
Mis músculos se cierran con fuerza cuando me penetra con el dedo.
—Más —suplico sin pudor. Necesito más.
Separa nuestras bocas y saca el dedo para meterme dos.
—¿Así? —Se mete bien adentro y con fuerza—. ¿Así, Addison?
Echo la cabeza hacia atrás, contra el espejo, con la boca abierta y los ojos cerrados.
—Sí, así.
—¿O prefieres que te empale con la polla? —Su voz es carnal, y me sorprende; s